Tengo
el alma presa de tanto llorar por ti,
vivo encerrada en vida,
sin ti ya no sabría vivir.
Toda mi juventud esperé,
la llegada a
mi hogar de ti,
y fueron pasando los años,
viviendo sin vivir.
Pero ella entró en mi vida,
la trajiste un atardecer,
recién nacida, preciosa
y la comencé a querer.
Compartió todo conmigo,
me enseñó a vivir sin ti,
Abrazando su cuerpo chiquito,
la vida comenzó a sonreír.
Con ella disfrutaba de todo,
con ella aprendí a viajar,
no tenía casi miedo de nada ,
pues me avisaba de cualquier novedad.
Cuando la amargura llenaba mi alma,
en brazos nos íbamos a pasear,
o nos metíamos en la cama,
para dormir y no pensar.
Cuantas
lágrimas me enjuagó,
cuanto desespero me quitó,
e incluso enferma me ayudó,
lograba
levantarme, y por ella salía adelante
hasta
que tu de nuevo volvías.
Ahora, después de 22 años,
ya estás aquí,
y
empezamos a compartir los tres ,
una
nueva vida sin tener que despedirnos,
desplazándola un poquito,
de nuestra unión tan querida.
La costó adaptarse al cambio,
ya no estaba para ella sola,
y ella aprendió a quererte,
a pesar de la diferencia de horas.
Pero que poco ha durado la felicidad,
ahora que podía ser todo hermoso,
que la paz entraba en mi alma,
se la ha llevado la muerte.
Esa muerte que no respeta,
tanta ansiedad contenida,
tanto amor compartido,
tanta amargura tenida.
Estoy aprendiendo a vivir sin ti,
es un reto pequeña mía
un duelo tan grande en el alma,
que te veo en cada esquina,
te siento dentro de casa,
me siento como un alma en pena.
Vagabundeo por la calle,
buscando en otras tu rostro,
Abrazándome a mi misma,
intento sentir consuelo,
pero solo puedo soñar,
anhelar tu cuerpecito pequeño.
Ilusionándome
te llevo en mi regazo,
porque la realidad es,
que solo te llevo en el corazón,
y no en mis brazos
Adiós,
mi querida chica,
no
hay segundo en mi vida,
que
no te eche de menos,
que no necesite tus caricias.
@ Katy Domínguez Gómez