TORMENTO



Alcé mí vaso de agua lleno

contemplándolo por doquier,

queriendo aumentar mí llanto,

para no volverle a ver.  

 

 

En el agua cristalina,

vi su rostro aparecer,

tenía en sus ojos una llama,

una llama de querer.  

 

 

Parpadeé, para volverle a ver,

!si! ese rostro unos momentos,

para gritar mí tormento,

que aún le sigo queriendo.  

 

 

 Solté el vaso sobre la mesa,

me volví con el rostro cubierto,

sentí que en la noche mi alma,

vagaba con desconcierto.  

 

 

Sentí el reloj dar las horas,

sentí la noche sobre mi,

sentí esas risas alegres

que tan lejos están de mi.  

 

 

Sentí en mí pecho puñales,

que clavó él al marchar,

puñales de acero fijo,

pero que no me dejan olvidar.

@ Katy Domínguez Gómez